Servir, un acto en vía de extinción…

El viernes 9 de diciembre de 2016, se reunieron 6 personas para dar un paño de agua tibia, a una situación que requiere de acciones más radicales y trascendentales por parte de gobierno local. Pereira una ciudad mal llamada como “El hogar para la indigencia”, porque se da tanta limosna que las personas llegan a tener un salario de $1’600.000, una cifra que supera sustancialmente el SMLVM en Colombia; visto desde este punto de vista vivir en esas condiciones en dicho Municipio es un privilegio.
En Pereira existen cientos de individuos que carecen de un hogar y un plato de comida. Es por ello que un grupo de personas decidieron brindar un plato de comida en una temporada decembrina a estas personas, que se amontonan en ciertas calles del centro de Pereira. Para lograr dicho objetivo, existió un trabajo conjunto de más de 15 personas, con la elaboración y logística de 159 natillas y 318 buñuelos. Siendo cerca de las 22 horas, las 6 personas se dirigían al Parque “La Libertad” para concretar con el CAI el lugar de encuentro.
El objetivo, brindar una sonrisa a los habitantes de calle. El puente de la calle 10 con avenida ferrocarril fue el lugar de encuentro.
Poco a poco se fueron acercando los “habitantes de calle” para recibir su natilla y buñuelo. Apareció un joven, que se hizo a un costado y tomo la vocería, gritando: «llegó la cena, acérquense a comer» y así incitó al aumento de personas en el lugar. Adicionalmente colaboró en controlar el desorden diciendo: «hagan una fila para recibir la comida», gracias a ello en un lapso de tiempo de 10 minutos se lograron repartir 158 natillas y 316 buñuelos.
Las 6 personas que repartieron la comida llegaron al acuerdo de dar el último plato de comida a este “habitante de calle”, quién se interesó en colaborar a una simple tarea. Pero éste se negó a recibirlo y expresó: «regálenselo a alguien que hizo la fila, él o ella lo merecen, yo puedo aguantar». Después de esto concluyó y se llevó a feliz término el objetivo de dar un plato de comida a los “habitantes de calle”, obviamente hizo falta comida, pero quedó la satisfacción de dar una sonrisa momentánea y recibir un “Dios le pague” por parte de quién no es recordado en las festividades decembrinas.
Se podría tomar una enseñanza importante, del “habitante de calle” que tomó la vocería, donde coordinó, gestionó y hasta administró la comida, negándose a recibir para dar. Alguien que está en las mismas condiciones que los otros, pero prefiere dar, prefiere aguantar y ayudar al otro. Servir a otros es un gesto de humildad, que pocas personas, en la sociedad actual, tienen. Estamos en una sociedad donde prima el EGO y el YO, y poco EL OTRO o el beneficio común.